martes, 3 de marzo de 2020

UN VÍNCULO ENTRE LA PSIQUE Y LA ENFERMEDAD

Probablemente lo más interesante de ciertas producciones artísticas contemporáneas sea la propuesta de una construcción de subjetividad y de sentido alternativo a lo dado, a lo establecido. Entiendo, lo que denominamos arte como una herramienta, dispositivo y territorio de producción de conocimiento y vínculos. Andrés Labaké
Hace ya un tiempo, charlando con mi curiosa amiga Aida Loya en los jardines de las Torres de Abasto, me habló de la existencia de algo que hasta ese momento desconocía: la biodescodificación. Desde aquel momento intenté descubrir de que se trataba aquello, leí mucho e hice algún curso.
Según la biodescodificación todas las enfermedades las que están causadas por un conflicto emocional no resuelto, por algún tipo de sentimiento no consciente que se proyecta en el cuerpo. Pretende, entonces, encontrar el significado emocional de las enfermedades con la intención, a partir de allí, buscar la forma de sanar. Para esta concepción existe algún tipo de relación entre el síntoma físico del enfermo y su entorno familiar que es donde se encuentra la fuente del conflicto.
Para desprogramar los síntomas y los conflictos se realiza el análisis del árbol genealógico, buscando el hilo conductor de la propia historia, el patrón lógico y el trauma principal a lo largo de la vida para desmantelarlo. Cuando la enfermedad emerge, la búsqueda de respuestas se remonta, no solo a la infancia sino más allá. Todo lo traumático o doloroso que vivimos en la actualidad, ya lo vivieron antes nuestros ancestros, y no lo pudieron superar, por eso los hechos se vuelven a repetir una y otra vez, de forma cíclica, hasta que alguien finalmente pueda sanar esa historia.
Toda enfermedad empezaría con un suceso puntual, vivido con dramatismo y en soledad. Una sensación que no podemos transmitir con palabras. Lo que advierte la biodescodificación sería la existencia de otros conflictos que resuenan con el desencadenante a lo largo de la historia de la persona (y de la prehistoria también). Estos programantes van haciendo huella, son hechos puntuales unidos por una temática. La temática de cada uno es nuestro hilo conductor, el riel donde estallan nuestros conflictos.
Pero, ¿existe un vínculo entre la psique y la enfermedad?
Los críticos de la biodescodificación la acusan de considerar como causa suficiente y necesaria de cualquier enfermedad la existencia de un conflicto emocional no resuelto. Esto equivale a decir que no haría falta nada más para que se produjera la enfermedad. Esta concepción de las enfermedades como causadas completamente por aspectos emocionales deja fuera todo otro tipo de factores. Hablando de manera más general las enfermedades son multifactoriales, es decir, no existe una causa única que pueda explicar todas y cada una de ellas.
Si bien en muchas enfermedades los aspectos psicológicos pueden resultar importantes esto no implica una relación directa entre una emoción y una enfermedad o síntoma.
Freud teorizó sobre una tendencia a somatizar cuando ciertas circunstancias internas o externas sobrepasan los modos psicológicos habituales de resistencia, cuando una vivencia no puede ser procesada por el aparato psíquico es el cuerpo donde habla. Para este autor, los procesos mentales consisten en la circulación y distribución de una energía cuantificable; cuando el aparato psíquico recibe excitaciones de origen externo (estímulos) e interno (aquellas que denominó pulsiones; el hambre o la excitación sexual, por ejemplo) se ve en la necesidad de procesarlas. Pero, a veces la mente no puede lidiar con ellas, ya sea porque son demasiadas, o bien porque son muy intensas, o incluso porque el sujeto no sabe qué hacer con ellas; entonces, pareciera que se obstruye la capacidad de representación o elaboración de las demandas pulsionales que el cuerpo dirige a la psique. El síntoma psicosomático se produciría, entonces, por un fallo en la capacidad para representar un conflicto.
Algunos psicoanalistas entienden al sujeto como sujeto de grupo (familiar-social), un sujeto en permanente relación con otros, que recrea aquello que recibe del medio que lo rodea. Una subjetividad que se produce en un agenciamiento de enunciación.
Las funciones familiares y la inscripción a una genealogía conllevan un valor preponderante que para la constitución psíquica y los procesos de subjetivación. Cada sujeto es eslabón de una cadena generacional, correa de transmisión, desde una generación a otra, de mitos de origen, valores, ideologías, emblemas. Desde su llegada al mundo, el grupo carga al niño como voz futura a la que se le solicitará que repita los enunciados y que garantice así la permanencia cualitativa y cuantitativa del grupo. Es la una estructuración simbólica, una matriz de modelos y valores identificatorios. Pero, a su vez, a través de la familia se expresan las relaciones de poder del socius y que forman parte de la forma de habitar el propio cuerpo.
Desde el paradigma cartesiano, o científico, transpolado al estudio de los fenómenos sociales y humanos se degradan algunas prácticas por considerarlas pseudo científicas. En muchos casos con razón, ya que muchas de estas carecen de un necesario rigor teórico conformando una sopa ecléctica.
Sin embargo la vida comporta un alto grado de complejidad, de heterogeneidad. La vida en su esencia es proceso de creación. Por ello la alternativa ante el paradigma científico se presenta como la constitución de un paradigma estético, un paradigma de creación estética, que subvierta el mundo de valores de mercado y abra la posibilidad de recuperar la pluralidad del mundo.
En la relación entre la subjetividad y el mundo interviene algo más que la dimensión psicológica, que nos permite situarnos y funcionar en este universo, es algo que captamos más allá de la percepción, pues esta solo alcanza lo visible; y es algo que, cuando lo captamos, nos afecta más allá de los sentimientos.
Esto produce una sensación de extrañamiento, de malestar que no ubicamos en el mapa de sentido conocido. Para librarnos del malestar nos vemos forzados a decodificar la sensación desconocida y transformarla en signo.
Sin embargo, este signo no tiene nada que ver con explicar o interpretar, sino con inventar un sentido que lo haga visible y lo integre en el mapa de la existencia vigente operando una transmutación. La obra de arte consiste en este desciframiento. Es el arte, por tanto, una práctica de desciframiento de signos y producción de sentido. La práctica estética es la forma de problematizar el mundo.
El arte es una práctica de experimentación que abraza la vida como potencia de creación y promueve un desplazamiento en el mapa de la realidad, movilizando  la subjetividad en su potencia para vibrar ante las intensidades del mundo y descifrar los signos formados por sus sensaciones.
Dice Deleuze que la neurosis, la psicosis no son fragmentos de vida, sino estados en los que se cae cuando el proceso (de producción de sentido) está interrumpido, impedido, cerrado. La patología, en el campo de la subjetividad, es el efecto de esta interrupción del proceso vital.
La la clínica tendría como objetivo La cura tiene que ver con la afirmación de la vida como fuerza creadora, con su potencia de expansión, lo que depende de un modo estético de aprehensión del mundo.

VIVIR SOLOS


Sentado en la cama, con una taza de té tibio al lado, Frink sacó su ejemplar del I Ching. Tomó del cilindro de cuero las cuarenta y nueve varitas de milenrama. Esperó un momento hasta que se le tranquilizó la mente y pudo formular la pregunta. Philip K. Dick, El hombre en el castillo.
Empiezo a delinear este artículo, sentado a la mesa de la cocina. Tomo las tres monedas chinas y las lanzo seis veces. Resultado de ello el I Ching, el libro chino de las mutaciones, me remite a una cita de Lao Tse: “Treinta radios convergen en el buje de una rueda, y es ese espacio vacío lo que permite al carro cumplir su función. Los cuencos están hechos de barro hueco y gracias a esta nada cumplen su función. Puertas y ventanas se abren en las paredes de una casa, y es el espacio vacío lo que permite que la casa pueda ser habitada. Así, lo que es sirve para ser poseído. y lo que no es, para cumplir su función”.
La noción de vacío como principio activo y dinamizador. El vacío constituye el lugar donde operan las transformaciones. A los estructuralistas les interesa el elemento vacío que comporta toda estructura, lo que le permite funcionar. El punto ciego, un significante de valor simbólico cero circulando en la estructura, en relación con el cual todos los elementos de la estructura se sitúan en sus propias relaciones diferenciales.
La mirada estructuralista se superpone con la concepción del vacío en el Tao. El casillero vacío constituye, el elemento que permite la movilidad o eficacia de las estructuras. Son los treinta rayos que convergen en el buje el vacío que permite al carro funcionar.
En la música el vacío se traduce ante todo por el silencio, crea un espacio que permite a los sonidos acceder a una especie de resonancia más allá de las resonancias.
Hoy día sufrimos un exceso de comunicación, estamos atravesados por una cantidad de palabras e imágenes inútiles, y sería mejor crear espacios de soledad y de silencio para que por fin se tenga algo que decir.
 Bartleby, el escribiente de Melville, ante cada orden de su patrón, responde “preferiría no hacerlo”. Con esta frase alborota su entorno, desmonta los resortes del sentido y hace que todo se mueva desterritorializando el lenguaje, las funciones, los hábitos. Quizás deberíamos poder desafiar la dictadura de los intercambios productivos y de la circulación social, produciendo subjetividades adversas a cualquier reinscripción social.
Eduardo Pavlovsky creó un personaje, Poroto, cuya preocupación es saber cómo va a escapar de las situaciones que se presentan, dónde se va a sentar en una fiesta para poder escabullirse sin ser visto, qué coartada va a inventar para deshacerse de un conocido. Poroto elabora una ciencia de la deserción. Y, en el máximo de su paroxismo, llega a exclamar “basta de vínculos, sólo contigüidad de velocidades”. Poroto nos enseña la huida como estrategia de resistencia micropolítica. Las huidas son fundamentos existenciales, permiten diseñar un sentido para la vida. Una retirada humanizante para volver al mundo emocional de otra manera, inventando. El horror es permanecer fabricando afectos tristes y perder la capacidad o potencia de actuar. La huida de Poroto –su micropolítica resistencial– es la de huir a tiempo de la toxicidad que afecta el cuerpo cuando se descompone en las relaciones tristes. Huir a tiempo es preservarse, la huida es un acto terapéutico existencial.
Producir una subjetividad más fluida, de vecindad y resonancia, de distancias y encuentros, más que de vinculación y pertenencia. Una suerte de resistencia proveniente de una subjetividad que ya no se define por su pertenencia a una identidad específica, sea de grupo político o de movimiento social, de clase, de sindicato, de grupo o de una minoría.
El poder no puede tolerar la singularidad que no hace valer un lazo social, que declina toda pertenencia, pero que justamente por eso manifiesta su ser común. Es el gesto excepcional del hombre común que impulsa en el colectivo, individuaciones nuevas, el vacío o la soledad que permite comportamientos minoritarios, prácticas de contra-conducta.
El vacío o la soledad que engendra procesos de bifurcación en relación con la subjetividad dominante. Singularizaciones inauditas, agenciamientos insólitos. La naturaleza de tal resistencia resulta indisociable de la cooperación productiva contemporánea y de su proceso colectivo. Es la soledad más poblada del mundo. Que se puedan multiplicar los encuentros no solo con personas, sino con movimientos, ideas, acontecimientos, entidades. La soledad es el punto más singular abriéndose a la mayor multiplicidad: rizoma.
Por eso cabe salir del agujero negro de nuestro Yo. Nudo de nuestro narcisismo, donde nos alojamos con nuestros sentimientos y pasiones, para establecer otra conexión con los flujos del mundo. Desertar de la forma del yo a favor de otra conexión con el cosmos. Entonces, el desafío es encontrar un máximo de conexiones. Como dijo por allí Sebastián Scolnik: ser capaces de deshacer lo que somos y dejarnos atravesar por el torrente de las cosas que nos rodean. Es muy difícil poder soltar nuestras certezas, las creencias o posiciones que no nos sirven para pensar el presente y que muchas veces se transforman en una certidumbre o en un lugar del que no queremos salir, pues nos sentimos seguros, con ciertas audiencias garantizadas
Encontrarse es experimentar la distancia que nos separa del otro y encontrar esta distancia, a la que Deleuze llamó “cortesía”. A la que me gusta denominar distancia cívica. También podría llamársela simpatía: una acción a distancia de una fuerza sobre otra.
Una ecología subjetiva precisaría sostener tal disparidad de puntos de vista, de modo tal que, cada singularidad preservase su potencia de afectar y de ser afectado en el inmenso juego del mundo.
Sin lo cual cada ser queda atrapado en el agujero negro de su soledad, privado de sus conexiones y de la simpatía que lo hace vivir.

martes, 31 de diciembre de 2019

DEMASIADO REAL


El futuro ya está aquí, sólo que desigualmente repartido.
William Gibson
Cuando nos encontramos en familia, con amigos o, quizás, en la peluquería, comentamos series, nos recomendamos algunas que creemos dignas de ser vistas. Nos atrapa la pasión de las series sobre todo desde el boom de los servicios de televisión a la carta tipo Netflix. También las series son un interesante modo de entender la realidad, quizás más divertido que un documental. Las hay dramáticas, policiales, de zombis y comedias. pero una categorizada como “distópica”, Years and Years, nos revela un mundo demasiado cercano. Una cualidad que tienen las distopías es la de enfrentarnos con profecías plausibles que, en esta caso, quizás ya ya comenzó a suceder.
El tema central de la serie es la historia de la familia Lyons desde el 2019 al 2030. Una familia de clase media que se queja frente al televisor de las miserias de nuestras realidad mientras vota al partido conservador.
Una de las capas narrativas de Years and Years dibuja el avance del pensamiento intolerante. Muestra un mundo cada vez más conectado y a la vez cada vez más fragmentario, de fronteras cerradas, de gente librada a su suerte, desesperada y sin salida. Pero la historia imprescindible de Years and Years es el ascenso de Vivienne Rook (interpretada por Emma Thompson). Rook desafía la corrección política y seduce a quienes se sienten defraudados con los partidos tradicionales. Su discurso se dirige al “hombre común”, a sus preocupaciones desoídas por los profesionales de la política, se nutre de la nostalgia del pasado (la vuelta a los valores familiares) y la explotación de miedos sociales alrededor de prejuicios como la xenofobia, la homofobia, el racismo, en resumen, el miedo al diferente, al otro.
Rook es una política a la que nadie toma en serio y que, a pesar de ello, accede a la Jefatura de Gobierno de una Inglaterra post Brexit. Habitual invitada de la televisión, debes su éxito político a su lenguaje racista y sin complejos; busca llegar al poder regando los oídos de con lo que la “gente común” quiere escuchar. Es la única que desde la pantalla le habla a la mayoría, que ve cómo sus condiciones de vida se deterioran, mientras los políticos atienden asuntos que para la población no son importantes. Rook recoge la decepción de años de gobiernos ajustadores. Pero una vez asumido el poder los campos de hacen su aparición en Years and Years, como consecuencia del Brexit, campos privatizados, campos de detención de inmigrantes.
Con Rook dos preguntas se van configurando: ¿por qué trabajan los hombres por su servidumbre como si se tratase de su salvación?, planteada allá lejos en el siglo diecisiete por Spinoza. La otra, más cercana en el tiempo, la supo plantear Habermas: ¿es la modernidad un proyecto todavía no realizado?
La modernidad, al mismo tiempo que promete la realización de una sociedad de iguales en sus prácticas, instituye diferentes formas de discriminación y exclusión. Quienes reivindican a la racionalidad moderna, lo hacen reflexionando desde la conservación del principio de igualdad, pero resignificándolo. En la concepción iluminista y kantiana, estandarte de la modernidad, sólo un ser racional puede ser libre, pues sólo un ser racional posee la facultad de obrar por medio de la representación de leyes. La ley debe poder ser universalizable, para todos igual. Este deber es un imperativo categórico. Los hombres, por el hecho de ser hombres, tienen en estos principios su racionalidad. En esta concepción lo universal subordina a la diferencia, lo otro. La razón es el medio para hacer reinar lo idéntico sobre lo diferente. Y lo diferente, en Years and Years, termina en un campo de concentración.
La pregunta de Spinoza nos arrastra a pensar que los procesos macropoliticos no llegan a advertir el factor subjetivo de la historia. En el ascenso de Hitler, mientras la base económica se deterioraba amplias capas de la población se derechizaban, las masas pauperizadas ayudaban a que la reacción política más extrema, tomara el poder. De la crisis surgieron ideologías objetivamente opuestas al interés de la masa.
Vivienne Rook, tocando la fibra más irracional del ser humano, los lleva a elegir en contra de sus intereses. El consumo y la comunicación de masas establecieron un presente donde los acontecimientos se sustituyen con celeridad y sin secuencia. Aislados, alienados en pantallas, estamos solos, abrumados por el bombardeo mediático. Nuestra realidad está caracterizada por cierto declive ideológico y el ascenso del mercado. Nuestros cuerpos, afectados por las relaciones que provienen de la realidad, invisibles al ojo humano, previas a la conciencia y, por tanto, intraducibles al carecer de imagen y palabra, sienten un extrañamiento vivido como amenaza. El mundo vive en nuestro cuerpo provocando malestar.
Si este malestar no puede expresarse, si aquello que carecía de imagen o palabra es impedido que adquiera una forma de expresión, si se bloquea el proceso, sobrevive palpitando en pozos de resentimiento que ignoramos.
Para poder recobrar un equilibrio, nuestra pulsión vital necesita actuar: imagen, palabra, gesto, obra de arte u otra manera de alimentarse, de amar, otro modo de existencia, que permita ser portador de la pulsación que pide paso. La más de las veces no ocurre tal sublimación porque estamos inmersos en un imaginario social individualista y capitalista y patriarcal, que anestesia los efectos de las fuerzas del mundo en nosotros, y nos hace vivirlas como amenazantes. Este imaginario es una Máquina abstracta que actúa de manera inmanente, molecular produciendo formas represivas.
Cuando fracasa la sublimación que pide nuestra pulsión vital, esta deviene fascista. Hay fascismo en cada pozo de resentimiento, que proporcionando a las Vivianne Rook un medio de acción incomparable sobre las masas. La gran genialidad de Years and Years es describir esos nichos de microfascismo, alimentados durante mucho tiempo por las decisiones políticas neoliberales.

sábado, 23 de noviembre de 2019

LAS TRES ECOLOGÍAS Y EL BUEN VIVIR


Así como existe una ecología de las malas hierbas existe una ecología de las malas ideas.
Gregory Bateson, Pasos hacia una ecología de la mente
Varios hechos ocurrieron durante el último mes de septiembre. Una joven sueca provocó furor en los medios de comunicación y en el mundo político al hablar ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas donde nos advirtió que “se están muriendo los ecosistemas y nos encontramos en puertas de una extinción masiva y de lo único que hablamos es de dinero”. El otro hecho fue que una humareda sorprendió a los habitantes de Chivilcoy producto de incendio en el basural que se salió de control. Otro acontecimiento que llamó la atención recientemente fueron los incendios forestales que destruyen el Amazonas.
La activista sueca desencadenó un movimiento que contribuyó a la movilización y a la toma de conciencia sobre la crisis climática y el futuro del planeta. A menos que haya cambios radicales en la actividad humana para reducir las emisiones de dióxido de carbono y otros factores que contribuyen al cambio climático se podrían producir un “sufrimiento incalculable” (https://www.bbc.com/mundo/noticias-50318770).
Estos hechos pusieron la cuestión ecológica a la consideración pública. Sin embargo, esta problemática lleva bastante tiempo preocupando. La pastera Botnia hace 12 años contamina el rio Uruguay. Los habitantes de Gualeguaychú llevan ese tiempo manifestándose en contra de esa fábrica de producción de pasta de celulosa. El pueblo de Famatina, a su vez, protesta contra la megaminería a cielo abierto y el fracking. Malvinas Argentinas, una pequeña localidad ubicada en el centro de Córdoba, cobró fama internacional por frenar un emprendimiento de la multinacional Monsanto.
En un articulo publicado en el diario La Nación (https://www.lanacion.com.ar/sociedad/advierten-que-existen-basurales-a-cielo-abierto-en-mas-de-la-mitad-de-los-municipios-bonaerenses-nid2102937) nos advierten sobre un trabajo elaborado por la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires que releva los basurales a cielo abierto en distintos municipios (https://www.defensorba.org.ar/pdfs/informes-tecnicos-upload-2019/informe-basurales.pdf). Según este trabajo, los diez vertederos más grandes se hallan en Alberti, Azul, Chivilcoy, Colón, General Pueyrredón, Junín, Salto, San Nicolás, Ramallo y Coronel Suárez; y los encontramos, en promedio, a dos kilómetros de la zona urbana de la ciudad.
La cuestión ambiental no puede ser escindida de la cuestión económica y social, están indisolublemente unidas y forman parte de un mismo problema. Debido a ello en la encíclica Laudato sí el Papa Francisco proponen abordar la cuestión de la crisis ecológica desde el sentido de una ecología integral, yendo más allá de la cuestión ambiental. Retoma, en esta encíclica, algunas reflexiones de Leonardo Boff sobre la "casa común", la "madre Tierra", el "grito de la Tierra, grito de los pobres".
Este abordaje integral responde a la necesidad de pensar la crisis desde un paradigma complejo. Ya no alcanza pensar desde, lo que Edgar Morin, llamo paradigma de simplificación. Las transformaciones de la vida humana en los últimos doscientos años engendraron fenómenos de desequilibrio ecológico, que exceden la simple cuestión medioambiental y amenazan la implantación de la vida sobre la superficie del planeta.
En en un ensayo de mediados de la década de 1980, “Las tres ecologías”, Felix Guattari desarrollaba el concepto de ecosofía para articular tres tipos de registros ecológicos: la ecología social, la ecología mental y la ecología medioambiental. La tesis de Guattari consiste en la necesidad de combinar estos tres registros ante la amenaza de degradación ambiental y el deterioro de los modos de vida humanos, individuales y colectivos.
Paralelamente a los fenómenos de desequilibrio ecológico, los modos de vida evolucionan en el sentido de un progresivo deterioro. El imperio de un mercado mundial lamina los sistemas de valor. Hombres como Donald Trump se enriquecieron apoderándose “barrios enteros de New York, de Atlantic City, etc., para renovarlos, aumentar los alquileres y expulsar al mismo tiempo a decenas de millares de familias pobres, la mayor parte de las cuales fueron condenadas a devenir homeless, un equivalente de la extinción de especies animales de la ecología medioambiental”. La ecología social, dice Guattari, consistirá en reinventar formas de ser en el seno de la familia, la pareja, el trabajo. Trabajar en la reconstrucción de las relaciones humanas, en nuevas formas de solidaridad. Se tratará de reconstruir “modalidades del ser en grupo, tanto a los niveles microsociales como a mayores escalas institucionales”.
La ecología mental implica la multiplicación de territorios existenciales, producción de subjetividad como proceso fundamentalmente social. “Más bien que de sujeto, quizá convendría hablar de componentes de subjetivación”. La producción de subjetividad incluye no solo la constitución psíquica del sujeto en tanto humano, sino también todos aquellos aspectos que hacen a su construcción social. Por lo tanto, su estructuración psíquica se desarrolla en el contexto social e histórico en el que el sujeto vive, se desarrolla y es afectado por los distintos encuentros. La subjetividad es un proceso de producción que se encuentra atravesado por dimensiones sociales, institucionales, grupales, e individuales. Es un devenir en transformación. Asistimos a una subjetividad producida por un modelo económico, el capitalismo, que tiende a quebrantar y fragmentar los lazos sociales, fortaleciendo las individualidades, lo común comunitario se ha dividido. Surge entonces una “subjetividad capitalista” que es fabricada, modelada, consumida y producida. (Ana del Cueto)
Un ejemplo grotesco de polución mental lo expone en el libro “La banalidad del mal, Eichmann en Jerusalén” Hanna Arendt. Cuando describe a Eichmann: no era un sujeto sádico o demoníaco, sino alguien “terriblemente normal”, totalmente común. Arendt observó que hombres normales, en determinadas circunstancias, se involucran en una empresa asesina y están dispuestos a todo con una completa exención de la responsabilidad por sus actos. Eichmann procedía kantianamente siguiendo las reglas, repetía frases hechas, lugares comunes y tenía una llamativa incapacidad para pensar con criterios propios.
Podemos atrevernos a asemejar la ecosofía con el “Buen Vivir” que proviene de los pueblos andinos. El Buen Vivir es una cosmovisión que nos abre la posibilidad de aprender de realidades, experiencias, prácticas y valores presentes en muchas partes, aun en medio de la civilización capitalista. Propone la búsqueda de la vida en armonía del ser humano consigo mismo, con sus congéneres y con la naturaleza, entendiendo que todos somos naturaleza y que somos interdependientes unos con otros, que existimos a partir del otro. Buscar esas armonías no implica desconocer los conflictos sociales y las diferencias sociales y económicas, ni tampoco negar que estamos en un orden, el capitalista, que es ante todo depredador (Alberto Acosta).

sábado, 19 de octubre de 2019

DEAMBULAR SIN RUMBO



Deambular sin rumbo por las calles de la ciudad sin más objeto que experimentar el transcurso de la vida moderna.
Charles Baudelaire, El pintor de la vida moderna.

En las recientes terceras Jornadas Regionales por la Educación Pública, organizadas por el Instituto Superior de Formación Docente N° 6 y realizadas en Escuela Normal, junto a Rosana Fernández, Ana Laborde y Paula Di Pólvere realizamos un taller que llevó por titulo “¿Qué nos pasa con la comunicación en la escuela secundaria?”. Teníamos por objetivo armar un dispositivo para interrogar y desplegar aquello virtual e inasignable de las prácticas docentes; partiendo de la hipótesis que además de problemas decomunicación hay incomunicación; sobrevuelan cosas que no se pueden comunicar y elementos que se comunican deformados en los intersticios institucionales.

En la invitación proponíamos que “las intervenciones comunitarias deberian diseñarse, teniendo presente la producción subjetiva de esa comunidad o grupo comunitario, es decir, interviniendo en la salud mental de esa comunidad específica.

Cuando hablamos de producción subjetiva, estamos refiriéndonos a cómo se produce, se inscribe, se conforma, se moldea participando en su constitución desde los complejos procesos de identificación, que ocurren en la intimidad de las relaciones familiares y en los vínculos con la comunidad, el Estado, las instituciones, la historia, la política, etc. ¿Qué nos pasa con la comunicación en la escuela secundaria?”. Esta invitación al taller abarcaba a toda la comunidad educativa.

Para diseñar el taller pensábamos, y así lo plasmó en el abstract de presentación nuestra compañera Paula Di Pólvere, que “los diferentes emergentes y conflictos del Nivel Secundario producen prácticas y discursos que circulan y generan un malestar, pero suelen lamentablemente quedar en el lugar de la queja, sin poder resolver las razones que generan esas tensiones. Para poder reflexionar sobre lo que nos pasa en el Nivel Secundario, proponemos una dinámica grupal psicodramática donde abordamos, desde el juego y la corporalidad, aquellas escenas que se presenten como conflictivas o temidas, y buscamos otros modos de interacción que faciliten estrategias creativas”.

Para ello utilizamos herramientas del Teatro Espontáneo y del Playback Theatre. El Teatro Espontáneo es un dispositivo grupal que tiene un origen común con el Psicodrama. Ambos fueron ideados por Jacob Levy Moreno y proponen la incorporación de dramatizaciones enfatizando la expresión corporal y la comunicación, la circulación del protagonismo y la creación colectiva. El Playback Theatre es una forma original de teatro de improvisación en la que los miembros de la audiencia o del grupo cuentan historias de sus vidas y las ven dramatizadas en el momento, fue ideada por Jonathan Fox y Jo Salas.

Habitualmente estos dispositivos utilizan un compañía de actores entrenados que improvisan las historias propuestas por el público. En nuestro caso no utilizamos una compañía, estas historias fueron dramatizadas por algunos de los miembros de la audiencia que se animaron a actuar las historias narradas, produciendo un hecho estético, jugando con situaciones concretas de la vida diaria, usando para ello el lenguaje teatral.

La característica principal del taller es la carencia de libreto o texto preconcebido, un desafío a deambular sin rumbo entre las narraciones experimentando el caos de la vida cotidiana de los docentes, de los alumnos, de todos los que intervienen en la comunidad educativa. El público es el portador de las historias representadas. Algunos integrantes compartieron voluntariamente una historia, una escena conflictiva con todos los que allí se habian congregado, permitiendo el acceso a un relato de su memoria personal. Luego, se la presta a otro integrante, comenzando una serie de agenciamientos donde la escena individual ira siendo apropiada por la trama grupal, quien elige a otros integrantes para mostrar la escena propuesta, agregándole, cada uno imperceptiblemente, condimentos de su propia singularidad. Luego la acción comenzó a desarrollarse, revelando nuevas alternativas de acción.

Esta es una práctica de descentramiento de la autoría argumental para desarrollar un camino grupal al que Hernán Kesselman denominaba de desrostrización, “por el cual la máscara inicial que expresa un conflicto, un argumento cualquiera de algún autor que presta la escena, su novela, es apoderada y deformada por las máscaras resonantes de compañeros que lo representan. Representación semejante, pero distinta, ya que el actor protagonista ha teñido con su singularidad personal el rol del que se ha apoderado, continuando el proceso de desrostrización al escenificar su versión novelada de la novela original del prestador de la escena. Para ello interactúa distribuyendo máscaras de su argumento entre otros compañeros”.

Luego del desarrollo escénico de los relatos seleccionados, escenas mostrativas, pedimos al público improvisaciones en forma de escenas espontaneas, sin ser pensadas en detalle, escenificaciones resonantes en cadena. Esta metodología se la denomina Multiplicación Dramática y es producto de la genial inventiva del dúo Pavlovsky-Kesselman. La producción dramática colectiva desplegó costados no visibles en las escenas originales. Hablamos de despliegue, de escena mostrativa, de experimentación y de multiplicación, porque la concepción metodológica estaba puesta en multiplicar sentidos plegados, virtuales, en las practicas docentes y no explorar o buscar sentidos ocultos.

Finalizamos con una ronda de comentarios, un momento de diálogo de todos los presentes, con respecto a la experiencia compartida y las resonancias que en su mundo subjetivo tuvieron. Momento en que los integrantes comunicaron su reflexiones y sentires, sus descubrimientos.

El taller fue un espacio para cartografiar como la subjetividad es plural y polifónica y pensarla desde la diversidad, ya que un hecho subjetivo es siempre engendrado por un agenciamiento de niveles semióticos heterogéneos.

TODO LO SOLIDO SE ESTABA DESVANECIENDO


Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas.
Marx y Engels. Manifiesto Comunista
En el 2001 todo lo que era solido se estaba desvaneciendo, las cosas habían comenzado mucho tiempo antes, en ese momento solo se hicieron visibles. La crisis que atravesamos en la actualidad es diferente en muchos aspectos de aquella, si bien hay un deja vu irremediable, tanto en el terreno económico, social o político. En la esfera política en el 2001 se produjo una “crisis de representación de los partidos tradicionales, una ruptura entre representantes y representados que luego explotó con el que se vayan todos” (Fernando Rosso), desde aquel momento se visibilizó una mutua desconfianza entre el representado y su representante. Tal desfondamiento institucional aún puede apreciarse, no hay hoy día partidos políticos, solo frentes circunstanciales que mutan de nombre y de nombres con tal celeridad que nuestra memoria no llega a registrar. También nacieron relatos que hablan de la nueva política, pero no hay nada nuevo cuando se desconfía de la capacidad de decisión de los ciudadanos. Aún aquellos que hacen de su bandera la ampliación de derechos de las mayorías quedan entrampados en estas narraciones. Relatos, narraciones, guiadas por principios que organizan el pensamiento y gobiernan nuestra visión de las cosas y del mundo sin que tengamos conciencia de ello, las teorías sobre las que operan son en gran parte inconscientes. Nuestros modos de pensamiento son tan habituales que apenas notamos cómo filtran nuestra percepción de la realidad.
Intuimos que el padecer de nuestra sociedad excede las cuestiones relacionadas con la crisis, que no basta con actuar macropolíticamente. “Pues porque por mucho que se haga en el plano macropolítico, por más brillantes que sean las ideas y las estrategias, por más valientes que sean las acciones, por más éxito que tengan, por menos autoritarias y corruptas que sean lo que se logra es una reacomodación del mismo mapa vigente” (Suely Rolnik).
La voluntad es solo la parte reflexiva de lo que somos en tanto seres imaginantes. Estamos fabricados, modelados así. Desde nuestro nacimiento como sujetos humanos estamos captados en un campo histórico social, ubicado bajo el dominio de un imaginario colectivo. El contexto es el texto de nuestras imaginaciones y da un horizonte a nuestros deseos. La sociedad nos produce conformes con ella, y a su vez la reproducimos. Son procesos de subjetivación que no lo ejercen agentes individuales, ni el funcionamiento de instancias intrapsíquicas, ni en agentes grupales. La subjetividad es producida por un conjunto de elementos heterogéneos que hacen máquina y conforman agenciamientos. La subjetividad está fabricada y modelada en el registro de lo social, los procesos de subjetivación no se sitúan en el campo individual; un individuo es la terminal individual de la subjetividad, su expresión singular. La subjetividad está en circulación en grupos sociales de diferentes tamaños: es esencialmente social, asumida y vivida por individuos en sus existencias particulares.
Pero, ¿qué tipo de proceso de producción de subjetividad se está modelando? Desde comienzos de la década del setenta del siglo pasado, se vienen produciendo transformaciones significativas del lazo social “en función de una mutación de las significaciones imaginarias sociales” fundantes de lo que conocemos como Modernidad (Ana Fernández), un tipo de subjetividad producida por un modelo económico que, fortaleciendo las individualidades, fragmenta y quiebra los lazos sociales. El capitalismo no es solo un modelo económico, sino que produce un tipo particular de subjetividad social. El proceso creciente de financiarización de la economía, también lo es de las relaciones sociales. Esto ocurre en la cara molecular de estas, una cara imperceptible, no visible. Proceso predatorio de los lazos de solidaridad social, que son sacrificados en el altar del mercado. Competir es la consigna de nuestra época, y competir es luchar contra los demás. La filosofía del mercado desregulado, nos pide incesantemente dar lo mejor de nosotros mismos para sobrevivir. La insatisfacción resulta de la necesidad de consumir constantemente y alcanzar los modelos que propone el capitalismo, arrastra a los individuos a trabajar en exceso, cada vez más, al punto de autoexplotarse. Presionados a poder ejercer nuestros deseos, sometidos al discurso del mérito y el emprendimiento, todo es posible en la sociedad del libre mercado… siempre y cuando uno se esfuerce lo suficiente. Pero nunca es suficiente y en algunos individuos el padecimiento individual es una encarnación singular de una desdicha colectiva. Las transformaciones económicas, políticas y sociales vinculadas al neoliberalismo producen efectos tóxicos que fragilizan los cuerpos sociales e individuales y producen un conjunto de significaciones imaginarias sociales que son las que limitan nuestra capacidad de imaginar.
El estudio del sujeto humano y sus padecimientos no puede desligarse de la realidad social en que se desenvuelve y que impregna todos y cada uno de sus aspectos; un tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo: la complejidad. “La complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, la ambigüedad, la incertidumbre” (Edgar Morin).
Cuando un problema es complejo, ninguna persona tiene todas las respuestas. Todos tenemos puntos ciegos, lagunas en nuestra comprensión. Se vuelve ineludible un enfoque transdisciplinario. Deconstruir las tranformaciones en lo económico, lo institucional y la vida cotidiana como vía de elucidación de la producción subjetiva. La problemática micropolítica no se sitúa en el nivel de la representación, sino en el nivel de la producción de subjetividad, e implica alguna dimensión del deseo a escala colectiva. Una micropolítica sólo puede ser encontrada a partir de los agenciamientos que la constituyen, en la invención de modos de praxis que permitan elucidar un campo de subjetivación y, al mismo tiempo, intervenir efectivamente en ese campo, tanto en su interior como en sus relaciones con el exterior. Una práctica que permita intervenir en el corazón de la subjetividad dominante, produciendo un juego que la revele (Guattari).
Maritza Montero nos señala que la psicología social comunitaria se apropió del concepto de “empoderamiento”, como aquel proceso mediante el cual los miembros de una comunidad desarrollan conjuntamente capacidades y recursos, para controlar su situación de vida, actuando de manera comprometida, consciente y crítica, para lograr la transformación de su entorno según sus necesidades y aspiraciones, transformándose al mismo tiempo a sí mismos. Este proceso que realizan las comunidades para desarrollar y potenciar capacidades, obtener y administrar recursos, guarda estrecha relación entre producción de subjetividad y ejercicio de la ciudadanía, allí encontraremos las posibilidades de enfrentar nuestros padecimientos.

lunes, 22 de julio de 2019

Una cuestión de máquinas y seres vivos


El problema fundamental de la filosofía política sigue siendo el que Spinoza supo plantear: “¿Por qué combaten los hombres por su servidumbre como si se tratase de su salvación?”
Deleuze & Guattari, “El antiEdipo”.
Resulta demasiado peligroso hablar de las cosas que nos circundan. Es más sencillo mirar otros paisajes. Mirar a la Alemania de entre guerras para pasmarnos ante el ascenso del fascismo; o detenernos en la sutil manipulación de un referéndum en la Gran Bretaña de nuestro días, puede resultar un ejercicio de introspección necesario para extrañarnos de nuestra realidad cotidiana.
El tele film “Brexit: The Uncivil War”, muestra la campaña política del referéndum por la salida del Reino Unido de la Unión Europea. En un momento de la película, Dominic Cummings, el cerebro de la estrategia de uno de los bandos, explica a su staff: “¿Cuál es el mensaje? No puede ser solo una consigna, debe englobar una emoción. ¿Qué emoción? Mi padre trabajaba en un pozo. De petróleo. Esas bolsas de energía, ocultas… Enterradas muy hondo durante largos períodos de tiempo. Gruñendo, gimiendo… Esperando una vía de escape. Solo teníamos que averiguar dónde estaban y empezar a excavar. Abrir el pozo y liberar la presión. Podemos alimentarnos de esos pozos de resentimiento, todas estas presiones que se han ido acumulando… mientras las ignoraban”.
La película se propone explicar cómo sucedió todo, cómo explotaron electoralmente los sentimientos más tóxicos de la sociedad británica. Cummings consiguió implantar su mensaje aunque tuviese que recurrir a mentiras. En la narración observamos la exploración nuevas maneras de hacer campaña, nos introducimos en la en la guerra de los datos personales. Los datos de los potenciales votantes para hacerles llegar el mensaje que quieren oír, alimentando el resentimiento de la forma más efectiva posible.
Wilhelm Reich observa, en la política del marxismo alemán desde el final de la Primera Guerra hasta el ascenso del nazismo, que los procesos objetivos de la economía y a la política no llegaban a advertir el factor subjetivo de la historia. Mientras la base económica se deterioraba amplias capas de la población se derechizaban, las masas pauperizadas ayudaban a que la reacción política más extrema, tomara el poder. Se extrañaba que de la crisis hubieran surgido ideologías objetivamente opuestas al interés de la masa. Sin embargo, Reich no da una respuesta al problema, solo lo plantea.
El dúo francés, Deleuze & Guattari, tocados aún por los acontecimientos parisinos de Mayo del 68, retoman este cuestionamiento: “¿Por qué soportan los hombres desde siglos la explotación, la humillación, la esclavitud, hasta el punto de quererlas no sólo para los demás, sino también para sí mismos?”
La película sobre la campaña del Brexit, señala que ciertos picaros, utilizando herramientas de comunicación masiva y las novedosas redes sociales, pueden tocar la fibra más irracional del ser humano para llevarlo a elegir en contra de sus intereses. El consumo y la comunicación de masas establecieron un presente donde los acontecimientos se sustituyen con celeridad y sin secuencia. Aislados, alienados en pantallas. Solos, abrumados por el bombardeo mediático. Es un proceso de cretinización, a través de la comunicación, que convierte a las masas en ganado cibernético que pasta mansamente frente a sus pantallas (G. Châtelet, “Vivre et penser comme des porcs“).
En el libro “El imperio de lo efímero”, Gilles Lipovetsky sostiene que la moda es hoy el paradigma dominante, la moda es la piedra angular de la vida colectiva y ha impuesto sus dictado. Nuestra realidad está caracterizada por cierto declive ideológico y el ascenso del mercado.
Este imperio de la moda tiene como contrapartida el desamparo, la depresión y la confusión existencial. Estas fuerzas agitan el mundo produciendo efectos en nuestro cuerpo. Nuestros cuerpos comportan la capacidad de ser afectados por las relaciones que provienen de la realidad que resultan invisibles al ojo humano, previas a la conciencia y, por tanto, intraducibles al carecer de imagen y palabra, una especie de extrañamiento vivido como amenaza. El mundo vive en nuestro cuerpo provocando malestar.
Son nuevos sentidos que buscan expresarse y necesitan conexiones para inventar algo, una forma que sea portadora de este malestar que pide paso. Si no pueden expresarse, si aquello que carecía de imagen o palabra es impedido que adquiera una forma de expresión, si se bloquea el proceso, sobreviven palpitando en pozos de resentimiento que ignoramos.
Para poder recobrar un equilibrio, nuestra pulsión vital necesita actuar: imagen, palabra, gesto, obra de arte u otra manera de alimentarse, de amar, otro modo de existencia, que permita ser portador de la pulsación que pide paso. La más de las veces no ocurre tal sublimación porque estamos inmersos en una perspectiva “antropo-falo-ego-logocéntrica”, tal la definición de la psicoanalista brasileña Suely Rolnik, que anestesia los efectos de las fuerzas del mundo en nosotros, las bloquea, y las vivimos como amenaza. Máquina abstracta antropo-falo-ego-logocéntrica que actúa de manera inmanente, molecular. “El campo social está recorrido por el deseo, hasta las formas más represivas son producidas por el deseo” (Deleuze & Guattari, “El antiEdipo”).
Reformulemos entonces la pregunta: ¿por qué el deseo desea su propia represión? Ninguno de nosotros sufre al poder pasivamente, ni queremos ser reprimidos. Y mucho menos somos engañados por promesas electorales que sabemos vacías de antemano. Pero, el deseo es inseparable de un campo social, máquina abstracta, que fluye por andariveles moleculares, una microfísica de formaciones moleculares que prefiguran actitudes y percepciones. El deseo, resultado de un elaborado montaje, al verse boqueado sus posibilidades de expresarse, determina a ser fascista. “Hay fascismo cuando una máquina de guerra se instala en cada agujero, en cada nicho de microfascismo, pozos de resentimiento, que proporcionan al fascismo un medio de acción incomparable sobre las masas. Microorganizaciones que proporcionan un medio para penetrar en todas las células de la sociedad”. (Deleuze & Guattari, “Mil mesetas”).
La gran genialidad de Dominic Cummings es haber advertido esos nichos de microfascismo, alimentados durante mucho tiempo por las decisiones políticas, y explotarlas en beneficio electoral de su grupo.

jueves, 13 de junio de 2019

CRONOPIOS EN CHIVILCOY

Los Ángeles de Swedenborg son las almas que han elegido el Cielo. Pueden prescindir de palabras; basta que un Ángel piense en otro para tenerlo junto a él. Jorge Luis Borges, El libro de los seres imaginarios.
Los habitantes de Chivilcoy tenemos la certeza que nuestra ciudad es un producto salido de la razón sarmientina. Sin embargo, por las calles chivilcoyanas deambularon, y aún lo hacen, algunos personajes que ponen en duda toda razón. Julio Cortázar, quien durante algunos años ejerció la docencia en Chivilcoy, cuenta en su libro “La vuelta al día en ochenta mundos”, que todo piantado es cronopio, e identifica a un tal Francisco Musitani como primer cronopio.
Musitani vivía en Chivilcoy y para alguna fiesta de fin de curso del Normal, a principio de los 40, dicta una conferencia sobre los peligros de la pelusa. Es allí donde lo conoce Cortázar, calificándolo como “consecuentemente genial”.
Pero no es el único. Bajo el titulo “Fueron de todos y de nadie”, el diario La Razón de Chivilcoy publica, el sábado 13 de junio de 2015, un articulo donde describe y enumera a algunos de estos “piantados” que hicieron historia. Todavía hay algunos que los recuerdan, otros los homenajean utilizando sus nombres en las redes sociales: Yuyito, Chicleta, Tripita, Bartolo, Anyulino y otros, además del ya mencionado Musitani. Ido, piantado, cronopio todas denominaciones que nos ayudan a diferenciarlos de los “los cuerdos”.
Muy probablemente Cortázar no haya inventado el término cronopio en relación al tiempo. Sin embargo, el prefijo crono nos tienta de asociarlo a cierta concepción del tiempo que tenían los antiguos griegos. Chronos como tiempo de la medida, que desarrolla una forma y determina un individuo, más cercana a la manera como los cuerdos conciben al tiempo. Aunque al piantado le cabe más el termino Aion. La otra manera que tenían los griegos de concebir el tiempo. Sin medida, tiempo indefinido, tiempo no métrico, al tiempo Aion lo encontramos en la psicosis, en la poesía, en los sueños, en lo que Freud llama inconsciente.
Cortázar no se tomo el tiempo de definir el termino cronopio, solo lo puso en práctica. Podemos ayudarnos para comprenderlo con la descripción de la naturaleza de los ángeles que hizo el místico sueco del siglo XVIII, Emanuel Swedenborg. Otro piantado genial.
Swedenborg dice que los ángeles no conocen las determinaciones del tiempo, los ángeles solo entienden estados y cambios de estados, flujos de intensidades. Nosotros, los “cuerdos”, pensamos a partir del tiempo, la dimensión del mañana, del ayer, del hoy. En el mundo de los ángeles, los movimientos acontecen mediante modificaciones de estado, y no a través de traslados espaciales, no existen distancias a ser recorridas, se acercan si alguien les produce alegría, o se alejan de alguien, si les produce tristeza, sin que su cuerpo se mueva. No saben qué es un día, ni un día después del otro, ni un mañana, ni la eternidad de un tiempo infinito, sólo la eternidad de un estado infinito, Aion. Son ajenos a la sucesión cronológica, están constantemente volviéndose otra cosa.
Los cuerdos, dividimos el tiempo para medirlo, tenemos los minutos, las horas, los días; el tiempo en sucesión lineal, una continuidad puntual y homogénea, Chronos. Los piantados, dice Cortázar, “son lo heteróclito en las pautas habituales”, y no pierde la esperanza de “algún día a contrarrestar la influencia de los cuerdos, con los cuales nos está yendo ahora como usted sabe”. Si el tiempo Aion palpita en la poesía y en los sueños, ¿cómo reencontrar en lo más hondo del alma del “hombre común” un ángel de Swedenborg?
En lo más hondo del alma del “hombre común” circulan flujos inmanentes, a-subjetivos. Intensidades que atraviesan y componen la subjetividad y tienen un carácter heterogéneo, la multiplicidad. Cuando en estos flujos se produce un corte, ocurren los bloqueos y las intensidades se cristalizan. Esto ocurre porque son sometidas por un código, establecido por la sociedad. Esta cristalización de intensidades produce una identidad. Las personas existen en los puntos de corte de los flujos.
Entonces, la intensidades quedan atrapadas en la noción de individuo, sometidas a un mismo modo homogeneizante de temporalidad-espacialidad, codificadas, territorializadas. Aún así, hay gente que no responde a los códigos, empiezan a tener un flujo que no estaba previsto, y hay un esfuerzo social para recuperarlos. En un primer momento se intenta reprimirlos, encerrarlos. En un segundo momento, se intenta recodificarlos mediante distintos procesos reeducativos. La esquizofrenia funciona sobre una conjunción de flujos descodificados. El esquizo, no se deja codificar, va siempre más lejos con los flujos descodificados; si es preciso sin flujos, antes que dejarse codificar.
El precio a pagar por la codificación es la neurosis. Si el tiempo Aion palpita en la poesía y en los sueños, ¿cómo reencontrar en lo más hondo del alma del “hombre común” un ángel de Swedenborg? Hay momentos intempestivos que irrumpen y queda suspendida la continuidad temporal. El acontecimiento es esa línea de fuga. Los acontecimientos marcan una ruptura.
La práctica artística tiene una mayor capacidad de producir anomalías y rupturas, de inventar nuevos territorios existenciales, de engendrar cualidades del ser antes impensables, que nos liberan de nuestra continuidad identitaria. Lo que escapa es lo intempestivo, acontecimiento, que instaura un nuevo espacio-tiempo distante del espacio-tiempo homogéneo.
El dispositivo de la multiplicación dramática trata de desbloquear las intensidades cristalizadas creando espacios-tiempo. La multiplicación dramática, más que develar el sentido oculto, más que comprender aquello representado, es generadora de un juego de combinaciones de las distintas figuraciones que las significaciones imaginarias inventan. En  la multiplicación dramática el ritmo de las escenas encadena melódicamente componentes heterogéneos, constituyendo así un territorio existencial.
Luis Rositto que me prestó el libro “El secreto de Cortázar”, de Emilio Fernández Cicco, para adentrarme en aquel Chivilcoy de fines de los años treinta. Peter Pal Pelbar me presentó a Emanuel Swedenborg en el barrio londinense de Bloomsbury. Con Hernán Kesselman nos disfrazamos de Deleuze y Guattari para devenir Aion en Chronos. Cortázar y Swedenborg dictan un taller de teatro espontaneo con Yuyito, Chicleta, Tripita, Bartolo, Anyulino y Musitani.

martes, 21 de mayo de 2019

LA LEYENDA DE UN PSICOARGONAUTA


Existe una ética del cuerpo de los intelectuales en Latinoamérica y, cuando esa ética se cumple, el cuerpo corre riesgos concretos, no castraciones simbólicas. Hernán con sus actividades corrió ese riesgo. Eduardo Pavlovsky.
El 8 de abril falleció en Buenos Aires uno de aquellos imprescindibles de los que hablaba Bertol Bretch. Hernán Kesselman, profesor universitario, médico psiquiatra, psicoanalista, psicodramatista y psicoterapeuta, psicoargonauta, antropófago devorador de múltiples libros que desovaba en máquinas de experimentación.
Analizado por Marie Langer, se formó con Pichon-Rivière. Nacido en Casilda, en una de las charlas que mantuve con él creo recordar que me comentó que vivió algunos años de infancia en Chivilcoy, antes de afincarse definitivamente en la Capital Federal con su familia.
Hernán Kesselman, en los años sesenta participó de la experiencia mítica del “Lanús”.
En el año 1956 la dictadura militar encargó a Mauricio Goldemberg la organización del Servicio de Psicopatología y Neurología del Hospital General Gregorio Araoz Alfaro (que había perdido su antiguo nombre de Evita). El Hospital de Lanús era uno de los tres grandes establecimientos construidos en los barrios industriales del conurbano bonaerense por el depuesto gobierno peronista. Carrillo los había concebido para mejorar la atención de la clase obrera.
Al momento de asumir, Goldemberg conocía de primera mano las investigaciones y experimentaciones sobre la psicoterapia de grupos y las ventajas dela vida comunitaria, a partir del psicoanálisis, de Pichon-Rivière y Eduardo Kraft. Por tal motivo no resultó extraño que ,ante la alta demanda de atención y la escasa cantidad de residentes, implementara un plan de asistencia psicoterapéutica basado en los grupos para poder hacer frente a la situación, reservando la psicoterapia individual para casos especiales.
Siendo un joven residente Kesselman fue una de las figuras de esta inédita experiencia, para aquel entonces, dirigiendo el Departamento de Formación del Servicio. El policlínico de Lanús proporcionó la ocasión de experimentar más allá que el simple desplazamiento del analista al ámbito público, siendo un lugar donde se modificó la relación analista-paciente. Fue la hora de los grupos, de los equipos, de lo multidisciplinario.
Uno de los dispositivos utilizados era el Grupo de Espera, que solucionaba el problema de las colas de admisión. El paciente llegaba, sacaba número y tenía que esperar horas para ser atendido en breves entrevistas individuales. Procedimiento demorado e insuficiente. Con el Grupo de Espera el paciente llegaba, una secretaria llenaba su ficha, y era atendido ese mismo día en una admisión colectiva.
Cuenta Kesselman que “aquella clínica que hacíamos en el Lanús de los 60, donde la invención de intervenciones terapéuticas estaba inspirada por el hambre social de ayudar a los pacientes, por todos los medios posibles, sin prejuicios de autores ni protagonistas de las intervenciones operativas, construidas muchas veces entre pacientes y terapeutas en el hospital, describía operaciones que se reactualizan en lo que hoy se llama esquizo intervenciones […], y esto ha tenido consecuencias en mis tareas para ensayar diagnósticos y recursos terapéuticos en lo que denomino, una Clínica de la Multiplicidad”.
A comienzos de los setentas sería uno de los líderes de Plataforma, el grupo de analistas que produjo una resonante ruptura con psicoanálisis institucionalizado de la Asociación Psicoanalítica Argentina y, por consiguiente, de la International Psychoanalytical Association.
Como a muchos de los que trabajaban en el servicio de Goldemberg, sus experiencias allí le hicieron entrar en contacto con un mundo social y político radicalmente distinto al de la APA donde se formaron como psicoanalistas, y comenzaron a cuestionar la estructura jerárquica del sistema de la APA.
Estos, jóvenes candidatos y miembros asociados, produjeron un sismo que hizo temblar a la comunidad analítica. Discípulos de Pichon-Rivière y Bleger proponían un psicoanálisis comprometido con objetivos sociales.
Durante el congreso internacional de psicoanálisis realizado en Roma en 1969, un grupo de analistas, influidos por el Mayo Francés del 68, organizaron un contra congreso en una cantina. Allí debatieron el sistema de formación, la estructura jerárquica de la institución. El grupo fue conocido como Plataforma Internacional.
Al retornar de Roma, Hernán Kesselman, junto con Armando Bauleo, fundaron la agrupación local de Plataforma, la cual reclamaba la democratización de la institución psicoanalítica.
En 1971, a raíz de la negativa por parte de los directivos de la APA de la publicación del articulo de Marie Langer “Psicoanálisis y/o revolución social” en la “Revista de Psicoanálisis”, los miembros de los grupos Plataforma y Documento renunciaron masivamente a la APA y a la afiliación a la IPA, lo cual produjo un fuerte impacto en la APA.
Estos grupos pasaron a conformar la Coordinadora de Trabajadores de la Salud Mental, que funcionó por algún tiempo en el Sindicato de Trabajadores Gráficos dirigido por Raimundo Ongaro. La Coordinadora reunía a psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras, enfermeros, sin distinción de jerarquías.
Dentro de la Coordinadora, los psicólogos tuvieron oportunidad de recibir formación analítica por parte de destacados analistas y por fuera de la APA, que estaba restringida solo a los médicos. A los psicólogos les otorgaba reconocimiento profesional.
Plataforma cuestionaba al sistema político que explotaba a las clases oprimidas, a la entrega de las riquezas nacionales a los grandes monopolios y la represión de toda manifestación política. Realizaban una crítica detallada de la estructura jerárquica y elitista de la APA.
Después de marzo del 76, algunos plataformista se convirtieron en militantes activos en los organismos de derechos humanos. Otros se exiliaron perseguidos por la dictadura militar. Hernán debió exiliarse en España.
En Europa vinculó la teoría de la psicología social pichoniana y el grupoanálisis de Foulkes, y se nutrió del gran dúo francés Deleuze y Guattari para realizar una tarea estética en la clínica.
Nos deja en herencia su teoría-método de Multiplicación Dramática, el concepto de “disposibles” que nos permite jugar y desplegar, en el psicodrama, aquellos personajes que nos habitan sin saberlo. Experimentó la co-visión como forma de supervisión resonante colectiva horizontal, y ejercitó la transdisciplina que denominó antropofágica porque devora ideas de otras disciplinas para transformarse y producir nuevos conceptos.
Maestro de muchos desde su CPO (Centro de Psicoterapia Operativa), no puedo menos que extrañarte querido Hernán.

martes, 23 de abril de 2019

La ciencia de la huida


Estamos bajo el signo de Acuario y los nacidos en este día son normalmente azules con una fuerte predisposición a la huelga feliz. Trabajar con lentitud o mejor, trabajar con calma. o mejor aún,¡no trabajes y punto! Film “Lavorare con lentezza” de Guido Chiesa
La centralidad del programa de los gobiernos que adhieren al neoliberalismo, es la estabilidad financiera, su espectro atraviesa todos los ordenes. Aún así, las finanzas producen pobreza, precariedad y no terminan de ser un factor de estabilidad, transformándose en un peso para la vida social condenando al descarte a millones de personas que se debaten entre la incertidumbre y la angustia (R. Rouvier).
Según informa el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), la tasa de desocupación en jóvenes de entre 14 y 29 años fue de 19,3 por ciento en el segundo trimestre de 2018, proceso de expulsión laboral que continuó durante los dos primeros meses del 2019 (www.centrocepa.com.ar). La problemática social es compleja. La pobreza no hace solo referencia a carencias materiales inmediatas sino a la falta absoluta de oportunidades de reconocerse como ciudadanos plenos y conscientes de los derechos y deberes necesarios para construir su propia historia.
Las épocas se suceden a más velocidad que la ideología. Los efectos de lo real-social no inciden directamente en el orden de los pensamientos, sino que deben atravesar dispositivos representacionales imaginarios que definirán el pensar, el sentir y el hacer de las personas. Las situaciones socio-históricas que producen modos de subjetivación se expresan, y a su vez se ocultan, en problemáticas singulares.
Las nuevas tecnologías y la irracionalidad de la tasa de ganancia que obtienen las finanzas, son, entre algunos otros factores, los que nos indican que la concepción del trabajo que heredamos de la modernidad no alcanza, no sirve. Eso que denominamos trabajo quedó obsoleto ante una realidad en transformación.
Así como la aparición del capitalismo requirió la reconfiguración de la esclavitud en trabajo asalariado, hoy día esta concepción debe ser repensada. El pleno empleo es una utopía: no hay trabajo para todos y no lo habrá, excepto que se reduzca la jornada laboral.
Estamos en una profunda crisis del trabajo asalariado. El problema de la superación del trabajo asalariado es el problema principal en el mundo. Dadas las condiciones actuales del desarrollo tecnológico, y en el hipotético caso de que las condiciones económicas para que la producción aumente, son necesarios cada vez menos puestos de trabajo humano para producir cada vez mayores cantidades de productos.
Según Giorgio Agamben la “nuda vida” es la vida sometida al “poder” y a su arbitrio. Hoy la regla es la excepción, vivimos en un estado de urgencia que el poder tiene interés en mantener para justificarse. La "nuda vida" se volvió la norma, y merece ser pensada.
Sometidos a la mano invisible del mercado somos "ganado cibernético que pasta mansamente entre los servicios y mercancías ofertadas". Tenemos, por una parte, una flexibilización general del trabajo, la información, las relaciones interpersonales; por otro lado nos encontramos con una operación de anestesia social, "fundada en la unidad del consumidor ideal, de bienes y servicios, de entretenimiento, de política, de información, el cyber-zombie" (G. Châtelet). La "nuda vida" es producto de esta maquinaria biopolítica que genera el capitalismo financiero.
Entre las muchas cosas que hacen singular este modelo se encuentra su capacidad de culpabilizar a la victima. “Lo último que necesitamos en este momento de alta vulnerabilidad, es que alguien nos diga que es nuestra culpa” (Soledad Castro Virasoro).
Muy frecuentemente, cuando se planifican distintos tipos de campañas de prevención y educación se centran en lo que deben y no deben hacer las victimas, configurando un mensaje perverso, cuyo efecto es el maltrato psicológico, una violencia invisible, que produce en el otro desvalorización, sentimientos de culpa y sufrimiento.
Según esta lógica riqueza y pobreza, éxito y fracaso, salud y enfermedad, son fruto de nuestros propios actos. Los éxitos y fracasos no dependen de cuestiones sociales, sino del individuo y su correcta gestión de emociones, pensamientos y actitudes. Eso aumenta la ansiedad y la depresión. En vez de generar seres satisfechos y completos genera resignación.
Sin embargo, la subjetividad es producida tanto por instancias individuales como colectivas, es plural y polifónica.
El gran trabajo del capital contemporáneo es docilizar. Toda una maquinaria de poder administra y coordina nuestra enajenación, alienación de lo que somos capaces de hacer frente a las limitaciones de nuestra potencia vital.
El desinterés, la falta de ambiciones se asemejan a la resignación. La resignación aparece como consecuencia frente a un destino que se siente inevitable. Algo cuando es inevitable es fatal. Puede, entonces, entenderse una cierta comprensión fatalista de la existencia como una manera de situarse frente a la vida. Este fatalismo pone de manifiesto una peculiar relación de sentido que establecen las personas consigo mismas y con los hechos de su existencia, y que se traducirá en comportamientos de resignación ante cualquier circunstancia. Esta situación subsume a quienes la padecen en la marginalidad y el sufrimiento. Es así como surgen el desamparo, la violencia, la perdida de autoestima y el aislamiento, en un clima creciente de impotencia y desesperanza.
El sentir y el pensar fatalista producen conformismo y sumisión respecto a las imposiciones del destino. La resignación es una pasión triste, que conduce a la parálisis; es un afecto que domina el cuerpo y la imaginación que conlleva pasividad.
No obedezcas a quienes quieren que tu vida se convierta en un contenedor de tiempo vacío. Si tienes que vender tiempo a cambio de dinero, recuerda que ninguna suma, por grande que sea, vale más que tu tiempo” (Andrea Gloppero).
Sostiene Michel Foucault que las maquinarias difusas de poder no existen sin puntos de resistencia. El personaje conceptual Poroto, creación de Eduardo Pavlovsky enseña la huida como estrategia de resistencia micropolítica.
La huida no es una enfermedad, dice Poroto, sino una ciencia”. Las huidas son fundamentos existenciales, permiten diseñar un sentido para la vida. Una retirada humanizante para volver al mundo emocional de otra manera, inventando.
El horror es permanecer fabricando afectos tristes y perder la capacidad o potencia de actuar. La huida de Poroto –su micropolítica resistencial– es la de huir a tiempo de la toxicidad que afecta el cuerpo cuando se descompone en las relaciones tristes. Huir a tiempo es preservarse, la huida es un acto terapéutico existencial.
Poroto es un héroe de la micropolítica de la resistencia. Un héroe que se gestó problematizando y cuestionando la posmodernidad”.